Por primera vez, un circuito eléctrico del tamaño de una mano ha demostrado comportarse como un sistema de la cuántica completa. El Premio Nobel de Física 2025 fue otorgado a los científicos John Clarke (Reino Unido y EE. UU.), Michel H. Devoret (Francia y EE. UU.) y John M. Martinis (EE. UU.) por descubrir el efecto túnel cuántico macroscópico y demostrar la cuantificación de la energía en un circuito eléctrico, un logro que une el mundo subatómico con el tangible.
El Comité Nobel destacó que los galardonados demostraron que “las extrañas propiedades del mundo cuántico pueden concretarse en un sistema lo suficientemente grande como para sostenerlo en la mano”, un hito que, según los expertos, sienta las bases de la segunda gran revolución cuántica.
Jonathan Bagger, físico de partículas y director general de la Sociedad Estadounidense de Física, explicó la relevancia del hallazgo:
“Cuando se descubrió la mecánica cuántica, se pensaba que solo era aplicable a situaciones muy esotéricas. Lo que estos científicos demostraron es cómo, en realidad, se puede llevar la mecánica cuántica al mundo observable, al mundo más amplio, al mundo a escala humana.”
Durante una conferencia de prensa, John Clarke confesó su sorpresa:
“No habíamos imaginado en absoluto que esto podría ser la base de un Premio Nobel.”
Recordó su trabajo en la Universidad de California en Berkeley durante la década de 1980 y agregó que estaba “completamente atónito” al conocer la noticia, señalando que sus investigaciones incluso impulsaron desarrollos tecnológicos posteriores, como los teléfonos celulares.
Del laboratorio a la revolución cuántica
Los tres físicos realizaron, a mediados de los años 80, experimentos que desafiaron las fronteras entre la física clásica y la cuántica. Usando materiales superconductores —que conducen electricidad sin resistencia a temperaturas extremadamente bajas— demostraron que un sistema compuesto por miles de millones de partículas podía comportarse como una sola entidad cuántica.
El logro confirmó dos fenómenos clave:
- Efecto túnel cuántico: una partícula puede atravesar una barrera de energía sin romperla.
- Cuantificación de la energía: los niveles energéticos de un sistema cuántico son discretos, no continuos.
Malcolm Connolly, profesor adjunto del Imperial College de Londres, subrayó la trascendencia del premio:
“El Premio Nobel de este año reconoce a los pioneros que nos mostraron por primera vez que incluso un circuito eléctrico puede comportarse como un auténtico sistema cuántico.”
Añadió que “sus descubrimientos sobre el efecto túnel y la cuantización de la energía sentaron las bases de los qubits superconductores actuales, una de las principales plataformas en la carrera global por construir computadoras cuánticas prácticas.”
Cien años de física cuántica
El Nobel coincide con el centenario de la formulación de la mecánica cuántica por Werner Heisenberg (1925). Por ello, las Naciones Unidas declararon 2025 como el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuántica.
El físico sueco Ulf Danielsson, miembro del Comité Nobel, aclaró que no fue una coincidencia deliberada:
“Ellos lograron demostrar el efecto túnel, no de manera microscópica —como cuando un electrón atraviesa una barrera dentro de un nucleón—, sino en escalas que podemos comprender. Es como un interruptor eléctrico que de repente pasa de un estado a otro.”
El también Nobel Anthony Leggett comparó el trabajo de los premiados con el célebre experimento del gato de Schrödinger, donde un sistema puede estar en dos estados a la vez hasta que se mide.
Según el Comité Nobel, “no existe tecnología avanzada utilizada hoy en día que no dependa de la mecánica cuántica, incluidos los teléfonos móviles, las cámaras y los cables de fibra óptica.”
Más allá del laboratorio
Los experimentos de Clarke, Devoret y Martinis no solo demostraron que la física cuántica puede observarse en sistemas visibles, sino que dieron origen a las bases de la computación cuántica.
Estos avances permitirán el desarrollo de tecnologías más potentes, seguras y eficientes, desde la criptografía cuántica hasta sensores ultrasensibles aplicados en medicina y geofísica.
El comité resumió así su importancia:
“El Premio Nobel de Física de este año ha brindado oportunidades para el desarrollo de la próxima generación de tecnología cuántica, incluyendo la criptografía cuántica, las computadoras cuánticas y los sensores cuánticos.”
La distinción, dotada con 11 millones de coronas suecas (equivalentes a un millón de dólares), consolida a los tres investigadores como los protagonistas de una nueva era científica en la que las leyes del mundo invisible comienzan, por fin, a tocarse con las manos.
Fabricio Rullier

